Bloque I. Tema 1.1. La transición del Antiguo Régimen a la nueva sociedad

30 julio 2013

TEMA 1. LA TRANSICIÓN DEL ANTIGUO RÉGIMEN A LA NUEVA SOCIEDAD

1.- LAS RELACIONES Y LOS MODOS DE PRODUCCIÓN.
1.1. La metodología marxista
El marxismo explica el cambio social a través de las contradicciones, los desajustes y las tensiones que se crean en el seno de las sociedades históricas. El materialismo histórico muestra la evolución humana a través de unas etapas de progreso, que no son definidas por el grado de desarrollo de la producción sino por la naturaleza de las relaciones que se establecen entre los hombres que participan en el proceso productivo. Se plantea una correspondencia entre el grado de desarrollo de las fuerzas productivas y la naturaleza de las relaciones que se establecen entre los hombres.
La teoría marxista explica cómo se estructuran y se transforman las sociedades, mediante el concepto de modo de producción que es «una combinación articulada de relaciones de producción y de fuerzas productivas cuya organización se produce bajo el predominio de las primeras». Las fuerzas productivas son «el conjunto de los factores de producción, recursos, herramientas, hombres, que caracterizan a una sociedad determinada y que es preciso combinar de manera específica para producir los bienes materiales que dicha sociedad necesita». Las relaciones de producción son «determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad en las que entran los hombres entre sí en la producción social de su vida y que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas». Los modos históricos de producción son el depredador (comunal o primitivo), esclavista, feudal y capitalista. Por tanto, el modo de producción es una estructura histórica global, donde se integran:
-Las capacidades y recursos materiales, técnicos y humanos de que dispone una sociedad para procurarse los medios de vida;
-Los lazos o relaciones sociales que ligan a tos seres humanos para producir; y
-Las expresiones jurídicas, políticas, ideológicas, culturales de que se dota una sociedad y mediante las cuales formaliza las relaciones sociales.
De la definición se desprende el primer elemento qué se denomina fuerzas productivas y el segundo relaciones sociales de producción; ambos constituyen la base de una sociedad y, por tanto, fundamentan la manera de vivir de los seres humanos de una época, es decir, organizan la infraestructura de toda sociedad; el tercer elemento constituye la superestructura, plasmada en las instituciones políticas y jurídicas, filosofía, cultura, religión, etc.
Las fuerzas productivas son la relación que se establece entre la población y los medios tecnológicos y científicos puestos a disposición de la misma. Introducen un elemento cualitativo que aproxima este concepto al de capital humano. Por tanto, incluyen todos los medios e instrumentos de producción de que dispone una sociedad (tierra, herramientas, máquinas, capacidad tecnológica, etc.) y el trabajo humano (proceso mediante el cual los seres humanos transforman la naturaleza y satisfacen sus necesidades). Las fuerzas productivas constituyen la base humana, material y técnica de una sociedad. De entre ellas hay que destacar la fuerza de trabajo que no es sólo esfuerzo físico, sino también aprendizaje, destreza, experiencia, ni es sólo un esfuerzo individual, sino un proceso social, por lo que la organización social del trabajo multiplica su capacidad.
Ahora bien, en cualquier sociedad las fuerzas productivas se organizan atendiendo al modo que se establecen las relaciones sociales de producción, que son aquellas que desarrollan los hombres para producir y las que ligan a los seres humanos en el proceso de producción. Las relaciones sociales, históricamente, son muy diversas y cambiantes, como la posesión, la propiedad, el derecho sobre la tierra, el derecho sobre las personas, el derecho de apropiarse de una parte del producto, etc. En otras épocas se fundamentaron en la propiedad de tierras y esclavos, explotación del trabajo esclavo; en la época feudal en los derechos sobre la tierra y la servidumbre; en el capitalismo se basan, en la propiedad privada de los medios de que se sirven para producir y en el trabajo asalariado.
Así, los modos de producción se conciben como estructuras dinámicas, en cuyo seno se crean los factores que permiten, transformarlos. Estos factores son los avances que se operan en las fuerzas productivas (técnicos, crecimiento de la población), las cuales repercuten en las relaciones sociales, y las contradicciones derivadas de las relaciones sociales que afectan al sistema entero.

1.2. El modo de producción esclavista
Es el primer modo de producción basado en la explotación que aparece en la historia; surge por descomposición del régimen de la comunidad primitiva. El modo esclavista de producción alcanzó su máximo desarrollo en la Grecia antigua y, sobre todo, en la Roma clásica. No todos los pueblos, sin embargo, han pasado por ese modo de producción en su desenvolvimiento histórico. En el régimen esclavista, las relaciones de producción se basaban en la propiedad de los dueños de esclavos sobre los medios de producción y sobre los esclavos considerados como «instrumentos parlantes» sin derecho alguno y sujetos a explotación cruel. El trabajo del esclavo, que tenía un carácter abiertamente coercitivo, se aplicaba en gran escala en tos latifundios y la producción artesanal. El dueño disponía no sólo del trabajo, sino también de la vida del esclavo. En la época en que se forma el régimen esclavista, la sociedad se divide en dos clases fundamentales: los señores esclavistas y los esclavos. Para mantener el dominio de los primeros se estructura un aparato de violencia y coerción, el Estado esclavista. En dicha sociedad, al lado de las clases fundamentales, existían campesinos libres, artesanos y mercaderes. Los contingentes de esclavos se nutrían sobre todo mediante las guerras y, parcialmente, con los campesinos y artesanos que se arruinaban. En lo fundamental la economía presentaba un carácter cerrado, natural, pero aumentó la división del trabajo y el cambio, y ello dio origen a la producción mercantil. La explotación de una importante masa de esclavos creaba el plusproducto, lo cual permitió a la capa alta esclavista liberarse del trabajo físico en la producción material —trabajo que empezó a ser considerado como ocupación indigna de un hombre libre— y a dedicarse al gobierno, a la política, a la ciencia y al arte. Surge de este modo la oposición entre el trabajo físico y el trabajo intelectual, y nace asimismo la oposición entre la ciudad y el campo. El modo esclavista de producción era progresivo en comparación con el régimen de la comunidad primitiva, dado que la esclavitud hacia posible un mayor desarrollo de la producción. Sin embargo, con el tiempo el régimen esclavista se convirtió en un freno para el desarrollo de la sociedad. Los esclavos no estaban interesados por el resultado de su labor. Bajo la esclavitud se empleaban sólo instrumentos primitivos y la productividad del trabajo seguía siendo baja.
1.3. El modo de producción feudal.
El feudalismo es el sistema social y económico dominante en Europa entre los siglos IX al XVIII. Por él se entiende al régimen que caracterizó al mundo medieval (relaciones feudo-vasalláticas, son las que se establecían entre hombres libres, con un vínculo de reciprocidad y de ayuda mutua), y que en algunos aspectos se mantuvo hasta el siglo XVIII (relaciones señoriales, las que se dan entre señores y campesinos y suponían diferentes formas de apropiación de la renta de la tierra). Desde el punto de vista material, se apoya en una economía cerrada y autosuficiente, de predominio agrario y de baja producción, destinada a crear valores de uso; y, desde el punto de vista de las relaciones sociales de producción, se basa en la relación señor/siervo (servidumbre) que determina la manera de producir, y que, al establecer vínculos de dependencia personal, da lugar a una fragmentación extrema del poder político, a una escasa movilidad social y una mentalidad dominada por lo religioso.
Las relaciones sociales básicas del feudalismo eran muy diferentes de las capitalistas. Consistían en un conjunto de derechos y prerrogativas que tenían los señores feudales, la iglesia y el rey sobre la tierra y sobre los campesinos. Las principales prerrogativas eran el dominio directo sobre la tierra y la servidumbre, mediante la cual los señores sometían a los campesinos que trabajaban en sus dominios. Los campesinos, por su parte, estaban vinculados a la tierra de un señor, adscritos a ella y, además, trabajaban una o varías parcelas de los dominios señoriales directos. De lo que producían los campesinos en sus tenencias, una parte la dedicaban al consumo de la familia y otra se la apropiaba el señor feudal mediante la extracción de rentas, que se pagaban en trabajo, en especie o en dinero. La primera, consiste en una prestación forzosa de trabajo; la segunda, en la usurpación de una parte de la producción campesina; la tercera, en la venta de una parte de la cosecha y la entrega limpia del dinero obtenido al señor. Así pues, lo que condensa las relaciones sociales en el feudalismo son los mecanismos de apropiación de las rentas.
Hay dos tipos de relaciones feudales:
1. Relaciones feudo-vasalláticas. Aquellas que se establecen entre hombres libres como vínculo de reciprocidad y ayuda mutua (ayuda por manutención).
2. Relaciones señoriales. Se establecen entre señores y campesinos y se caracterizan básicamente porque en ellas el señor permite que el campesino explote sus tierras a cambio de distintas prestaciones tanto de tipo personal como de tipo material.
Desde el punto de vista social, el sistema feudal se organiza bajo la figura del estamento. Es un grupo social dotado de su propio estatuto jurídico y con su propia función dentro de la realidad social. La clásica división tripartita de la nobleza, clero y estado llano va a quebrar porque van a nacer nuevos grupos sociales que no se ajustan a esta división. Al nacer otro nuevo grupo social (los artesanos), rompe esta división tripartita. Se produce una consolidación de las ciudades como núcleo de población y donde se ubicará el grupo emergente de los artesanos.
Los gremios los podemos definir como aquellas organizaciones profesionales que agrupan a todos los artesanos de un oficio en una misma corporación reconocida por la autoridad. Las características fundamentales de los gremios son:
– Tienen un carácter de filiación obligatoria. Todos los artesanos de un mismo oficio tienen que estar inscritos en el gremio. Da razón de ser y poder al gremio. El gremio controla por esto la producción de este artesanado.
– Su objetivo, su finalidad es defender los intereses particulares de todos los artesanos de un mismo oficio. Esto lo realizan controlando y regulando la producción de ese oficio, eliminando la competencia, estableciendo unos precios mínimos y controlando la elaboración y calidad del producto y el acceso de los aprendices al gremio.
En el gremio se van a distinguir tres categorías profesionales: aprendiz, oficial y maestro.
– Aprendiz. Constituye la escala básica dentro del régimen gremial y las ordenanzas gremiales exigían una duración mínima del tiempo de aprendizaje, que tenía que durar como mínimo entre 4 y 7 años, no podía darse por concluido el aprendizaje si esa persona tenía menos de 20 años. El aprendiz estaba sometido a la autoridad del maestro que cuenta con el beneplácito del aprendiz. Los padres cedían al hijo al maestro para que aprendiera el oficio a cambio de la manutención. El aprendiz no cobra, lo hacían al final y en especie. La única forma de reclamar era la fuga pero esto le llevaba al destierro y por lo tanto no podían protestar.
– Oficial. Es la escala media dentro de la escala profesional del régimen gremial y se accede a esta escala en la promoción de los aprendices. Que no solo se bastaba en la destreza para el trabajo sino también en el criterio familiar. Recibe una cierta retribución, cobra desde el principio. La importancia del oficial es que nos vamos a encontrar con personas con una importante cualificación profesional que para ascender deberán ascender a maestro.
– Maestro. Productores independientes que gozaban de amplias facultades sobre los que trabajaban para ellos, del personal sometido a su autoridad. Requisitos para pasar de oficial a maestro: Superar un examen ante un jurado de maestros, jurar fidelidad y acatamiento a las reglas del gremio, el futuro maestro deberá pagar una importante cantidad de dinero para poder ascender. En muchas ocasiones los oficiales estaban empeñados con sus maestros. Los primeros conflictos laborales son estos. Los oficiales trabajaban pero los maestros no les hacían la credencial. El conflicto viene con la retención de estas credenciales. (Oficial y maestro = relación conflictiva).
1.4. El capitalismo
«Las formas capitalistas no nacen ni se desarrollan de súbito, sino que comienzan apareciendo en los poros de la sociedad feudal, coexisten largamente con ella y sólo se imponen por completo cuando las relaciones feudales dejan de ser eficaces y se hace necesario arrumbarlas» (J. Fontana).
El capitalismo se da cuando el sistema predominante en una sociedad es el modo de producción capitalista. Está caracterizado por unas estructuras sociales, económicas, políticas e ideológicas en las que prevalecen los principios de propiedad privada de los medios de producción y cambio, de libre prensa y de economía de mercado. Bajo estos criterios, sólo se puede hablar de capitalismo en el caso de las sociedades occidentales de los últimos doscientos años. Las sociedades capitalistas pueden identificarse por los siguientes elementos esenciales:
-Existencia de un grupo social -capitalistas- poseedor de los medios de producción y recursos naturales básicos para el desarrollo productivo.
-Existencia de un grupo social -trabajadores asalariados- no propietario de los medios de producción y obligado a obtener su medio de vida de la prestación de su actividad laboral a los propietarios de los medios productivos. Al no tener acceso directo a la producción están obligados a convertir su capacidad de trabajo en una mercancía para vender en el mercado de compraventa de mano de obra, sujeta a las relaciones de empleo de cada momento.
-La propiedad de los medios de producción está dividida en distintas unidades controladas por un capitalista o grupo de capitalistas. Cada unidad de capital es autónoma y rivaliza con las otras para obtener una mejor situación en el reparto del producto social. La coordinación de cada unidad de capital con las demás se realiza a través del mercado.
En resumen, podemos definir el capitalismo como un modo de producción basado en la explotación del trabajo asalariado.
Las relaciones de producción capitalistas se basan en:
1. Los medios que sirven para producir mercancías, es decir, lo que llamamos de modo genérico capital (tierras, instalaciones, fábricas, dinero para invertir en la producción, etc.), son predominantemente de propiedad privada (sea individual o sea colectiva -sociedades anónimas, por ejemplo—). Además, la propiedad sobre estos medios se concentra en una clase social distinta del resto de la sociedad, que recibe el nombre de burguesía.
2. El sistema predominante para producir es el trabajo asalariado. El proletariado que no tiene ningún tipo de propiedad sobre los medios de producción se ve obligado a trabajar en las propiedades que posee la burguesía; es decir, el proletariado ha de vender su fuerza de trabajo para vivir, con lo que el trabajo deviene en una mercancía más, una mercancía que, como todas, tiene un precio (el salario) que se regula (si no interviene el Estado) por la ley de la oferta y la demanda, lo que David Ricardo denominó la Ley de bronce de los salarios.

2. LA SOCIEDAD DEL ANTIGUO RÉGIMEN

2.1. Concepto de Antiguo Régimen.
El Antiguo Régimen es un sistema político, social y económico por el cual una minoría privilegiada -nobleza y clero- ostenta todos los cargos públicos y no paga impuestos, mientras que la inmensa mayoría de la población -el tercer estado- paga los impuestos y no goza de ningún tipo de privilegio. En lo político se dan las monarquías absolutas, el rey tiene un poder absoluto aunque en el siglo XVIII esté influido por las ideas de la Ilustración (despotismo ilustrado) y sólo busque el bienestar de sus súbditos. En lo económico la burguesía es el verdadero motor de la economía, tiene el poder económico, pero aspirará a tener el poder político, y eso sólo se puede conseguir por la fuerza (revolución).
El Antiguo Régimen se da en Europa durante la Edad Moderna, es decir, en los siglos XVI, XVII y XVIII. Durante estos tres siglos todavía perviven, sobre todo en lo social y económico, muchos rasgos propios de la Edad Media. Su fin llegará con las revoluciones liberales o burguesas y con la revolución industrial y tras él se inicia el régimen liberal y la Edad Contemporánea.

2.2.- La Europa del Antiguo Régimen en lo político
Desde finales de la Edad Media muchos reyes europeos han unificado sus reinos y el poder real ha salido fortalecido. A lo largo del siglo XVI se dará lo que se llama la monarquía autoritaria, el rey tiene un poder muy fuerte y se apoya en todas las instituciones del Estado (ejército, burocracia, diplomacia…). En el XVII el poder del rey se fortalece todavía más se da la monarquía absoluta, el poder real prácticamente no tiene límites e incluso algunos teóricos justifican este poder diciendo que proviene de Dios y que el rey es el representante de Dios en la tierra, la monarquía absoluta es «querida por Dios». En el siglo XVIII, el siglo de la Razón, la manera de justificar el poder de los reyes ya no es a través de la religión sino a través de teóricos que dicen que el rey gobierna por un pacto con sus súbditos. Las ideas de la ilustración influirán en los reyes y el objetivo de su gobierno será satisfacer las necesidades de su pueblo, (todo para el pueblo pero sin el pueblo); pero no nos engañemos, el poder del rey sigue siendo igual de absoluto que en la etapa anterior. Es también en el siglo XVIII y con la ilustración cuando surgen las ideas que a la larga acabaran con ese poder absoluto del rey y que serán la base de las revoluciones liberales: la idea de parlamentos, división de poderes, democracia, igualdad de los hombres…
Como prototipo de rey absoluto siempre se pone como ejemplo a Luis XIV de Francia, el rey Sol. Su poder se basaba en la recaudación de impuestos y con esos impuestos financiaba su gobierno personal, un ejército poderoso, un cuerpo diplomático en los países extranjeros, la justicia se hacía en su nombre y con el dinero público se pagaban a los jueces… En apariencia no había nada que no escapara a su control, era tal su poder que él mismo se identificaba con el Estado (El Estado soy Yo). En vísperas de la Revolución Francesa reina en Francia Luis XVI, monarca que sigue siendo absoluto, pero contra su absolutismo se levantaron los revolucionarios.
Pero en realidad, había cosas que escapaban a su control, así, por ejemplo tenía que respetar los privilegios de muchas ciudades, de algunas regiones, de los gremios, de los nobles y el clero, y en gran medida esto mermaba su poder. Además la administración era muy ineficaz y las normativas del rey no siempre llegaban a su destino, había una gran distancia entre lo que el rey ordenaba y lo que realmente se cumplía. Por si fuera poco las comunicaciones en Francia en esta época eran malas si las comparamos con las de épocas posteriores y las órdenes tardaban mucho en llegar a su destino.
Desde la Edad Media los reyes de toda Europa utilizan una asamblea que les asesora en la aprobación de leyes, la aprobación de impuestos… y en esas asambleas están representados los tres estamentos. En Inglaterra se llama Parlamento, en España Cortes, en Alemania Dieta y en Francia Estados Generales. En Inglaterra esa asamblea tendrá una gran importancia y llegará incluso a quitar poder político al rey y ya a finales del siglo XVII se convierte el país en una temprana monarquía parlamentaria. En el resto de Europa casi no se convocan y su poder es débil frente al absolutismo monárquico. En Francia la última vez que se reunieron los Estados Generales antes de la Revolución Francesa fue en 1614, era una institución sin peso ninguno; la representación de los tres estamentos era desigual, los miembros del tercer estado tenían más delegados, casi todos burgueses, pero las votaciones no eran por persona sino por estamento y al tener cada estamento un voto la Iglesia y la nobleza votaban juntas y dominaban la asamblea, hablaremos de ello en los inicios de la Revolución Francesa.
2.3.- La Europa del Antiguo Régimen en lo económico
La economía de estos siglos está prácticamente anclada en la Edad Media, aunque se ha producido algún avance técnico las condiciones no son muy distintas de la época medieval: agricultura extensiva, rotación de cultivos, organización gremial… Frente a eso empiezan a aparecer algunas formas de capitalismo en manos de la burguesía que en algunos lugares como Inglaterra van a tener una gran importancia.
La agricultura sigue siendo la base de la economía y la posesión de la tierra se sigue considerando un prestigio social. Entre el 80 y el 90 % de las tierras seguían estando en manos de los estamentos privilegiados (clero y nobleza) que, lógicamente, no las cultivaban, se las entregaban a los campesinos a cambio de una renta fija y ellos vivían realmente de esas rentas sin interesarles para nada la productividad de las tierras y la mejora y el aumento de la producción a través de inversiones. Una excepción es el noble inglés que invierte dinero en sus tierras consiguiendo una mayor rentabilidad, es una mentalidad claramente capitalista.
Por si fuera poco las técnicas casi no habían cambiado desde la Edad Media, se seguía dando la rotación trienal y el barbecho con lo cual una tercera parte de la superficie no se utilizaba: además, aunque cada campesino tenía su parcela en cada una de las tres partes que rotaban, no había límites entre ellas, todas se cultivaban juntas por la comunidad y los beneficios se repartían entre el número de propietarios a partes iguales, era el sistema de campos abiertos u openfield. Por supuesto los resultados eran escasos y cuando venía una serie de malas cosechas se producían hambrunas que diezmaban la población, población que crecía muy lentamente.
Por si fuera poco las malas comunicaciones eran las causantes de que no existiera un mercado nacional integrado y cada comarca vivía de una manera autárquica, para sobrevivir producía de todo sin depender para nada del exterior.
De este panorama tan sombrío sólo escapaba Inglaterra, como veremos más adelante.
La industria era un sector productivo marginal. En las ciudades seguían funcionando los gremios y la organización gremial no introducía la idea de beneficio y competencia (ideas capitalistas). Desde el punto de vista tecnológico poco se había avanzado con respecto a los siglos medievales y todo se seguía haciendo a mano. En algunos lugares se introducen algunas formas económicas capitalistas, en el campo, lejos de la rígida organización gremial, algunos comerciantes entregaban la lana en bruto a las mujeres y la recogían elaborada. Pero, con todo, los rendimientos eran escasos. Si existían talleres estos solían ser negocios familiares de escasa importancia.
El único intento serio de crear industria eran las manufacturas reales, por primera vez los trabajadores se reúnen en edificios especiales para producir una serie de productos y la organización se parece a una fábrica, el problema es que no hay casi máquinas y que los productos elaborados no se destinan al mercado sino a abastecer los palacios reales de espejos, tapices, lámparas, muebles… desde el punto de vista financiero son poco rentables y suponen una carga para el Estado.
El comercio sigue siendo como en etapas anteriores, no se ha producido todavía la revolución de los transportes y de las vías de comunicación. El comercio se centraba en las grandes ciudades y en las zonas costeras y estaba en manos de la burguesía que se enriquecía con estas actividades, aunque los impuestos que tenían que pagar eran excesivos: aduanas interiores, peajes, pago por pieza transportada… una de las reclamaciones económicas de la burguesía será la eliminación de este tipo de tributación.
2.4.- La Europa del Antiguo Régimen en lo social
La división de la sociedad en tres estamentos surge en la Edad Media, en pleno feudalismo, cada uno de estos estamentos tiene una función en la sociedad, el clero rezar por todos, la nobleza defender a todos y el tercer estado trabajar para alimentar a todos. Aunque estas ideas medievales se han suavizado mucho durante estos siglos la división en estamentos se va a conservar. Dos de estos estamentos (nobleza y clero) se denominan privilegiados: no pagan impuestos, son dueños de la tierra y acaparan los cargos públicos, tienen a gala no trabajar…: por el contrario el tercer estamento (tercer estado) es la clase trabajadora y dentro de esta clase trabajadora distinguimos a la burguesía y al campesinado; pagan fuertes impuestos, no son dueños de tierras y son los que generan riqueza y sobre los que se asienta el Estado (el Estado vive de los impuestos que recauda a la clase trabajadora). El nacimiento es el que marca a qué estamento se pertenece, y el pase de un estamento a otro es muy difícil, la movilidad social es muy rígida.
El clero constituye el primer orden de la sociedad. Forman parte de la clase privilegiada, ya que son muchos los privilegios que conserva: leyes propias y derecho a administrarse justicia escapando a los tribunales reales; exención tributaria (no pagan ningún impuesto), de manera voluntaria entregan al rey una cantidad simbólica al año: al ser letrados acaparan muchos cargos públicos; a través de donaciones de los reyes, los nobles y el pueblo llano han formado un enorme patrimonio que no paga impuestos {manos muertas); se encargan de la enseñanza, reproduciendo su forma de ver la sociedad, una sociedad desigual.
A menudo el clero tiene lazos muy importantes con la nobleza, los hijos segundones de los nobles ingresan en la Iglesia en calidad de obispos.
En cuanto a su relación con la monarquía es una relación doble, por una parte en los siglos XVI y XVII la Iglesia justifica el poder de los reyes a través de la religión (monarquía de origen divino) pero en el XVIII se va a producir un enfrentamiento porque algunos reyes querrán reducir el poder de la Iglesia.
La nobleza, junto con el clero forma el 2% de la población y poseen más del 70 % de la tierra. Aunque en la Edad Media su función era exclusivamente militar, en esta época se han refinado y muchos han abandonado las armas. Además de la exención de impuestos gozan de otros privilegios: derecho a llevar espada; en sus tierras, a veces, administran justicia, en algunos casos dictan penas de muerte; ocupan cargos públicos en la corte.
En cuanto al origen de la nobleza añadamos que se puede llegar al estamento nobiliario por dos vías: o bien por nacimiento -nobleza de sangre- o bien por ser ennoblecido por el rey para agradecer los servicios al Estado -nobleza de servicio-. Entre sus miembros hay notables diferencias, no es lo mismo un duque que un miembro de la baja nobleza que, a menudo, se muere de hambre aunque, eso sí, goza de prestigio social.
El tercer estado forma el estamento no privilegiado, es la gran masa trabajadora y la que paga impuestos al rey. Entre sus miembros hay grandes diferencias.
En la ciudad. En general las ciudades escapan al control y a la influencia de los nobles, están habitadas por burgueses y artesanos, si bien son los burgueses los que suelen tener el poder político urbano. La burguesía es el grupo social más potente desde el punto de vista económico, se dedican a las finanzas, al comercio y son los dueños de talleres y manufacturas. Dentro de la burguesía podemos distinguir entre la alta, la media y la baja burguesía, la alta estaría formada por los grandes banqueros, ricos comerciantes… la media por los profesionales liberales (médicos, abogados…) y la baja, principalmente, por los dueños de pequeños negocios. Desde el punto de vista económico tienen todo el poder y aspirarán a conseguir también el poder político. La máxima aspiración de un burgués es lograr el ennoblecimiento, eso se producirá o bien al servicio del rey, o bien comprando el título nobiliario, o casándose con miembros de la nobleza arruinada. Pero en las ciudades vive también una masa enorme de asalariados, son las masas populares (artesanos, asalariados, vagabundos…) que van a depender desde el punto de vista económico de la burguesía; la burguesía, fuera de la ciudad, no tiene prácticamente representación política en el Antiguo Régimen.
En el campo. En el campo vive entre un 85 y un 90 % de la población, la sociedad del Antiguo Régimen es una sociedad eminentemente agraria y hasta que no se produzca la Revolución Agrícola e Industrial no se va a producir el éxodo a las ciudades. Dentro del campesinado hay grandes diferencias, algunos, los menos, son dueños de la tierra que trabajan, otros son aparceros y trabajan las tierras de otros a cambio de la mitad de la cosecha, la mayoría trabaja las tierras del clero o de la nobleza a cambio de una elevada renta que, en caso de malas cosechas, les impide casi sobrevivir, otros son jornaleros, dueños exclusivamente de sus manos… Por si fuera poco, además de la renta, la mayoría tiene que pagar el diezmo a la Iglesia, un 10 % de la cosecha para agradecer a Dios los beneficios; los nobles y el rey imponen también a sus campesinos otros impuestos sobre diversos productos: tallas, gabelas, pago por utilizar un horno o un puente… como vemos soportan una fuerte presión fiscal. La situación es crítica cuando hay malas cosechas y no se pueden pagar los impuestos, entonces el Estado no recauda y además los campesinos se mueren de hambre, es lo que pasó en Francia a partir de 1760 y en parte lo que originó la Revolución. La escasa producción y escasez de alimentos, y la llegada de malas cosechas originan hambre y estancamiento de la población, eso en el Antiguo Régimen se conoce como crisis de subsistencia, y era algo cíclico, se repetía de cuando en cuando.

3. LA TRANSICIÓN DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO
Por transición del feudalismo al capitalismo se entiende el paso del modo de producción feudal al capitalista. La transición consiste en el análisis de la desintegración del feudalismo y la aparición del capitalismo. Para la sociedad europea su cronología comprende, aproximadamente, la etapa que media entre los siglos XVI y XIX. El asunto es polémico; ha desatado dos debates historiográficos, conectados entre sí. Por un lado, el debate propiamente de la transición; por otro lado, el debate sobre las causas de la dinámica histórica de la sociedad feudal europea. Así, Dobb, Takahashi y Hilton consideran que el elemento motor de la transición al capitalismo estriba en las contradicciones internas de la sociedad feudal; Sweezy entiende que el comercio fue la fuerza impulsora; finalmente, Postan y Le Roy Ladurie ponen su acento en la relación entre población y economía, como la fuerza motriz de los cambios de la sociedad feudal.
Quizá lo mejor sea avanzar algunas proposiciones susceptibles de discusión.
1) La primera concierne a la universalidad del Feudalismo. La dirección seguida por el pensamiento marxista en las últimas décadas tiende a ensanchar el ámbito del “feudalismo”. En la practica, esto significa que el “feudalismo”, conoce actualmente un vasto proceso de expansión, y bajo esta etiqueta se enmarca cuando va desde las sociedades primitivas hasta el triunfo del capitalismo, que en algunos países se ha producido en el presente siglo, y se extiende desde China hasta África occidental, quizá incluso hasta México. Sin compartir necesariamente la idea de que sea por completo justificable esta visión amplia del “feudalismo”, no por ello deja de ser cierto que se trata, de una formación social sumamente extendida, y también lo es que la forma precisa que adopta varia considerablemente de un país a otro. La forma mas próxima a la versión europea plenamente desarrollada es sin lugar a dudas la que se dio en el Japón —las similitudes son muy notables—, mientras que en otros países el paralelismo es bastante menor, y en otros los elementos feudales son meros integrantes de una sociedad constituida notablemente distinta.
2) Bajo tales circunstancias, parece pues muy claro que es difícil admitir el supuesto de una tendencia universal del feudalismo a transformarse en capitalismo. Lo cierto es que, de hecho, solo sucedió tal en una región muy concreta del globo, en Europa occidental y parte del área mediterránea. Es admisible discutir sobre si en otras áreas concretas (por ejemplo, en Japón y en ciertas partes de la India) pudo haber llegado a completarse una evolución de este tipo, exclusivamente con el concurso de fuerzas sociales internas, en el supuesto de que su desarrollo histórico no se hubiera visto interrumpido por la intromisión de las potencias capitalistas e imperialistas occidentales. También puede discutirse hasta donde han llegado en tales áreas las tendencias hacia el capitalismo. El capitalismo triunfó plenamente en una, y solo una, parte del mundo, y esta región transformó después el resto del planeta. En consecuencia, lo primero que debemos explicar es qué razones específicas hicieron que dicha transición se produjera precisamente en la región eruopeo-mediterránea y no en otra parte.
3) Todo lo anterior no significa que deba resolverse el problema en términos estrictamente europeos. Por el contrario, es evidente que en diferentes momentos históricos las relaciones entre Europa y el resto del mundo fueron decisivas. Como ha puesto de manifiesto Gordon Childe, en los mismísimos comienzos de la historia europea, las vinculaciones económicas con el Próximo Oriente eran importantes, y esto siguió siendo cierto en los inicios de la historia feudal europea, cuando la nueva economía de los pueblos bárbaros se asentó sobre las ruinas del antiguo imperio greco-romano. Las vinculaciones son aun más obvias en los primeros pasos del capitalismo europeo, cuando la conquista o explotación colonial de América, Asia y África —así como de ciertas partes de Europa oriental— posibilitó la acumulación primaria de capital en el área donde acabó triunfando.
4) Dicha área comprende partes de la Europa mediterránea, central y occidental. Gracias a la labor de arqueólogos e historiadores podemos establecer hoy en día las principales etapas de este desarrollo económico. A saber: A) Un periodo de recaída, inmediatamente posterior al hundimiento del imperio romano occidental, seguido de una evolución gradual de una economía feudal. B) Un periodo de desarrollo económico muy rápido generalizado, que se extiende desde alrededor del año 1000 de nuestra era hasta comienzos del siglo XIV (la “Alta Edad Media”) y constituye el punto álgido del feudalismo. Este periodo presenta un marcado crecimiento de la población, la agricultura, la producción de manufacturas y el comercio, una virtual revitalización de las ciudades, una notabilísima explosión cultural y una sorprendente expansión de la economía feudal de occidente bajo la forma de “cruzadas” contra los musulmanes, emigración, colonización y establecimiento de postas comerciales en diversos puntos del extranjero. C) Una gran “crisis feudal” durante los siglos XIV y XV, caracterizada por el colapso de la agricultura feudal a gran escala, la manufactura y el comercio internacional, así como por un declive demográfico, varias tentativas de revolución social y crisis ideológicas. D) Un periodo de renovada expansión, que transcurre entre mediados del siglo XV y mediados del XVII, y en el que por primera vez se ponen de manifiesto signos de una ruptura importante en las bases y la sobre estructura de la sociedad feudal (la Reforma, los elementos característicos de la revolución burguesa en los Países Bajos) y entre los comerciantes y conquistadores europeos dentro de América y el océano Indico. Este es el periodo que Marx considera como comienzo de la era capitalista. E) Otro periodo de crisis, ajuste de posiciones o retroceso, la “crisis del siglo XVII”, que coincide con la primera ruptura frontal con el viejo modo, la revolución inglesa. Inmediatamente después, un periodo de expansión económica renovada y crecientemente generalizado, que culmina con F) el triunfo definitivo de la sociedad capitalista, que virtualmente se produce de forma simultánea en el último cuarto del siglo XVIII a través de la revolución industrial, en Gran Bretaña y de las revoluciones americana y francesa.
5) Así pues, la transición del feudalismo al capitalismo es un proceso largo y en modo alguno uniforme, que comprende como mínimo cinco o seis fases. La discusión de tal transición ha girado básicamente alrededor del carácter de los siglos situados entre los primeros signos indiscutibles de bancarrota feudal (periodo C, la “Crisis feudal” del siglo XIV) y el triunfo definitivo del capitalismo a finales del siglo XVIII.
6) Si dicho análisis es correcto, parece necesaria la existencia de una contradicción fundamental en esta particular forma de sociedad que siempre avanza más allá en el camino que conduce a la victoria del capitalismo. Su naturaleza, la de esta contradicción, nunca ha sido aclarada de forma satisfactoria. La transición del feudalismo al capitalismo no es un proceso simple en el que los elementos capitalista inmersos dentro del feudalismo se fortalecen hasta que tienen la potencia necesaria para romper en pedazos el caparazón feudal. Como hemos visto una y otra vez (en el siglo XIV y, probablemente, también en el XVII), una crisis feudal también implica a las capas mas avanzadas de la burguesía que se desarrollan en su seno, de ahí que se produzca un aparente retroceso. El progreso prosigue o se reanuda en otras partes, hasta entonces más atrasadas, como Inglaterra.
7) ¿Hasta que punto este cuadro de una sustitución gradual del feudalismo por el capitalismo puede aplicarse a regiones situadas fuera del “corazón” del desarrollo capitalista? Solo de forma muy reducida. Debe admitirse que se observan ciertos signos de desarrollo comparable bajo el impulso del mercado mundial a partir del siglo XVI; quizás un buen ejemplo lo constituya el fomento de las manufacturas textiles en la India. Pero en cuanto concierne a la tendencia opuesta, la de que las zonas que estuvieron en contacto con las potencias europeas y cayeron bajo su órbita de influencia se convirtieron en economías y colonias sometidas a occidente, hay algo más que meras impresiones. De hecho, gran parte del continente americano vino a caer en economías esclavistas al servicio de las necesidades del capitalismo europeo, y una muy amplia porción de África quedo hundida económicamente a causa del comercio de esclavos; amplias áreas de Europa oriental recayeron en economías neofeudales por razones muy similares. Incluso el leve y temporal estímulo que pudo proporcionar aquí y acullá el desarrollo de la agricultura y la industria mercantil vinculadas al surgimiento del capitalismo europeo, se vio frenado de inmediato por una deliberada desindustrialización de las colonias y semicolonias tan pronto fueron consideradas como posibles competidoras frente a la producción de la metrópoli o incluso, como en el caso de la India, cuando se limitaron a intentar el abastecimiento de su propio mercado en lugar de recurrir a importaciones procedentes de la Gran Bretaña. Por tanto, el efecto neto del ascenso del capitalismo europeo fue intensificar un desarrollo desigual y dividir el mundo de forma cada vez mas clara en dos sectores, el de los países “desarrollados” y el de los países “subdesarrollados”, o en otros términos, los explotadores y los explotados. El triunfo del capitalismo a finales del siglo XVIII da la impronta de este desarrollo. Aunque no puede negarse que suministra las condiciones históricas para que se produzcan transformaciones económicas a lo largo y ancho de todo el planeta, de hecho el capitalismo las hace más difíciles que antes en aquellos países que no pertenecen a su núcleo original de desarrollo o a sus alrededores.
4. LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL.
4. 1. Concepto y características.
La expresión “Revolución Industrial” se refiere al conjunto de transformaciones económicas, basadas en la aplicación de la máquina a la producción, que promovieron un enorme crecimiento de los diversos sectores de la economía.
Se considera no como un acontecimiento puntual, sino como un proceso que se inició en Gran Bretaña durante el siglo XVIII y se extendió por Europa continental, Estados Unidos y Japón a lo largo del siglo XIX.
Los historiadores actuales han destacado la existencia de un período previo en el que se dan unas condiciones que explican el inicio de dicho proceso, al cual denominan protoindustrialización. Este conjunto de transformaciones acabará con las sociedades predominantemente agrícolas y en las que perviven estructuras señoriales, para dar paso a un capitalismo burgués con un marcado predominio urbano.
Las principales características de las nuevas sociedades son:
a) Modernización de la agricultura; Venía operándose desde comienzos del siglo XVIII en países como Gran Bretaña y Holanda (revolución agraria) y se caracterizó por un aumento progresivo de la productividad gracias a las inversiones de los propietarios en nuevas técnicas y sistemas de cultivo, además de la mejora en la utilización de fertilizantes. Esta modernización se vio favorecida, en el caso británico, por un conjunto de leyes (enclosure acts) que cambiaron el paisaje agrario tradicional de los openfields en grandes propiedades en las que las inversiones eran rentables; en ellas se sustituía el antiguo arrendamiento por una relación patrono-trabajado basada en un contrato laboral.
b) Cambios demográfico-sociales. La modernización de la agricultura promovió a su vez dos procesos: por un lado, la mejora de la alimentación permitió un continuo crecimiento demográfico, desconocido hasta el momento; en ello inciden también los adelantos en medicina e higiene que favorecen un descenso de la mortalidad, manteniendo una natalidad elevada. Por otro, una emigración del campo hacia la ciudad pues la ocupación en labores agrícolas tendió a disminuir, mientras que la demanda de trabajo en las ciudades se multiplicaba: este fenómeno transformará totalmente las sociedades.
c) Surgimiento del capitalismo industrial: La nueva industria está cimentada en el maquinismo y en las fábricas que sustituyen paulatinamente a los pequeños talleres artesanales. Las máquinas pronto se aplican a los transportes y comunicaciones que inician una notable transformación. Todo esto permite la acumulación de capitales y promueve toda una red, más dinámica, de entidades financieras. Las nuevas relaciones sociales entre los patronos y los trabajadores son meramente laborales y se basan exclusivamente en la obtención de beneficios.
A lo largo de la historia hay dos fases de esta revolución industrial:
– 1ª Revolución Industrial (RI). Finales del siglo XVIII y mediados siglo XIX (1750- 1850).
– 2ª Revolución Industrial. (1850-1915).
El cambio de una a otra se produce por la utilización de la fuente de energía de la electricidad y el petróleo.
4.2. El caso británico.
La Revolución Industrial se gestó en una situación favorable: mercado supralocal, iniciativas empresariales, desa¬rrollo tecnológico, gran movilidad de capitales… Es lo que algunos historiadores definen como protoindustrialización. En sus inicios fue un fenómeno exclusivamente británico, por lo que nos ceñiremos a los factores que se dan en dicho país. No es fácil delimitar lo que son causas propiamente dichas, puesto que la mayoría se ven impulsadas, a su vez, por el proceso industrial, pero destacan las siguientes:
(a) La revolución agrícola, citada en el apartado anterior, que aumentó la producción y cambió sustancialmente las condiciones socio laborales en el campo. La introducción de fertilizantes, de nuevas plantas (nitrogenantes) y siste¬mas de cultivo que suprimieron el barbecho. Se produjo un progreso técnico en el que aparecieron nuevos tipos de arado o las primeras trilladoras, así como obras científicas que, con una mentalidad burguesa, lograron un aumento de la pro¬ductividad (en torno al 90%). Finalmente, se incrementaron los niveles de consumo interior al elevarse la renta fami¬liar de muchos propietarios agrícolas.
(b) La revolución demográfica con su trascendencia en el mercado interior, al aumentar las necesidades de con¬sumo. Ante el descenso continuo de la mortalidad, Gran Bretaña duplicó su población en el siglo XVIII y de nuevo en la primera mitad del siglo XIX. El cambio de tendencia es especialmente significativo a partir de 1760. Este crecimiento fue acompañado de un aumento de los niveles de vida. Se trata de un fenómeno, sobre todo, endógeno.
(c) Transformaciones en la red de transportes y en el comercio. Tuvieron una trascendencia fundamental al superar el autoconsumo propio de aquellas sociedades. Desde mediados del XVIII se mejora y aumenta la red de carreteras, de canales fluviales y puertos marítimos, dando facilidades para la iniciativa privada. Ya empezado el pro¬ceso industrial, la aparición del ferrocarril supondrá un notable impulso para las comunicaciones terrestres y el comer¬cio interior. El desarrollo del comercio exterior en el siglo XVIII fue un factor clave pues, además de los beneficios que generó, permitió la importación de materias primas necesarias y la exportación de los productos industriales.
(d) Organización y expan¬sión de una red bancario-financiera. Desde mediados del siglo XVIII comienzan a flo¬recer un gran número de institu¬ciones bancarias, muchas de tipo familiar, que pudieron emi¬tir billetes (hasta 1844 cuando esta actividad es monopolizada por el Banco Central). Esto dinamizó la circulación moneta¬ria y canalizó el ahorro hacia las inversiones, si bien no se solía conceder créditos a largo plazo y muchos empresarios tuvieron que autofinanciarse en un pri¬mer momento.
(e) Finalmente, no podemos olvidar que el marco político (sistema parlamentario) favore¬ció generalmente a los intereses privados, lo cual promovió una tendencia hacia el librecambismo salvo en momentos concre¬tos (guerras napoleónicas y blo¬queo continental).
f) El crecimiento de la industria.
– Industria textil. En este sector el algodón desplazó paulatinamente a la tradicional industria lanera domésti¬ca. Gran Bretaña favoreció las plantaciones algodoneras en las colonias, arruinando la industria artesanal que le podía hacer competencia, como en la India. Este progreso industrial se vio apoyado por el aumento del consumo interno, ya que las exportaciones masivas fueron posteriores, y por una intensa concentración geográfica, principalmente en la región del Lancashire (Manchester, Liverpool) donde ya existía una industria artesanal. Pero el aspecto más tras¬cendental fue la revolución tecnológica en el sector de la producción de hilo donde se consiguió un hilo de mayor cali¬dad o se abarataron costos con la introducción de nuevas máquinas (Jenny de Hargreaves, Water frame de Arkwright o Mule de Crompton) hasta llegar a la utilización del vapor (self-acting o selfactinas). Pese a ello, la industria artesanal coexistió con la moderna hasta la implantación masiva de telares mecánicos a partir de 1830. La producción bri¬tánica fue así de mayor calidad y en aumento constante en relación con la vecina Europa, generando importantes bene¬ficios empresariales, debido también a los bajos salarios del momento.
– Sector siderúrgico. Los principales descubrimientos son del siglo XVIII: fundición de hierro con carbón mine¬ral -Darby, 1709- o método de pudelación que obtiene un hierro más fuerte -Onion y Cort, 1784-. Sin embargo, siguieron persistiendo las forjas tradicionales y estos avances tardaron en imponerse, debido a una escasa demanda. Así, su importancia fue relativa hasta 1830 cuando la demanda generada por la construcción de la red ferroviaria lo dinamizó, llegando a ser el más importante. La nueva industria se concentró cerca de las minas de carbón, siendo las regiones más destacadas la de los Middlands (Birmingham), sur de Gales (Cardiff y Bristol), Northumberland (Newcastle) y sur de Escocia (Glasgow).
– La máquina de vapor. Watt partió de estudios realizados a finales del XVII para construir una máquina que será la base de la industrialización por su aplicación a todos los sectores: textil, siderúrgico y transportes. La fabrica¬ción de estas máquinas se aceleró a pasos gigantescos: si en 1800 había en funcionamiento unas 500, treinta años más tarde ya se utilizaban unas 15.000 máquinas. La tecnología fue secreta y se vendían al extranjero pocas unidades en los inicios de la industrialización del continente.
En este desarrollo industrial se pueden destacar dos fases:
1) 1750-1830. Se producen las transformaciones básicas: máquina de vapor de Watt y los grandes inventos mecánicos en los sectores textil y siderúrgico. El más dinámico es el sector textil.
2) 1830-1850. La aparición del ferrocarril revolucionó los sectores económicos impulsando la siderurgia y atrayendo hacia ella importantes inversiones. El Reino Unido se convierte en el «taller del mundo» y su comercio es el más próspero de toda Europa.
4.3. La difusión de la primera revolución industrial.
En Europa continental la industrialización realizó tímidos progresos hasta mediados del siglo XIX, estando sus niveles de producción muy alejados de los británicos. En esta primera fase destacan tres áreas:
(a) Bélgica. Existió una concentración industrial en torno a Lieja, donde la red de transportes facilitaba la lle¬gada de los recursos carboníferos. La fabricación de hierro colado no sólo satisfizo las necesidades del mercado interior sino que pudo exportarlo a través del puerto de Amberes que, a su vez, actuó de intermediario con la región alemana de Renania. La creación de la banca belga Société Genérale en 1830, año de su independen¬cia, impulsó la industrialización al permitir inversiones en los distintos sectores, especialmente el textil y el ferro¬viario. Además consiguieron el monopolio del zinc europeo, mediante la adquisición de minas fuera de su terri¬torio nacional.
(b) Francia. La industrialización fue lenta, experimentando un impulso a partir del 2° Imperio (1851-1870). Anteriormente hubo algunos núcleos aislados. Los principales impedimentos en este proceso fueron:
– La Revolución Francesa al consagrar el reparto de la tierra entre los campesinos, lo que provocó una escasa capi¬talización del campo y una inferior emigración a la ciudad.
– La natalidad fue más baja que la británica y, por tanto, el crecimiento de la población. Por ello, la demanda de productos industriales fue menor, a lo que vino a sumarse que los mayores consumidores fueran las altas clases socia¬les, no llegándose a producir una masificación de la producción. Por otra parte, la oferta de mano de obra en las fábri¬cas también será inferior.
– El Banco de Francia no favoreció la inversión industrial, canalizando sus recursos hacia negocios seguros, fre¬cuentemente en el extranjero.
– Finalmente, el Estado fue marcadamente intervencionista frente a la tendencia liberal del británico.
(c) Territorios alemanes. El área alemana fue un conglomerado de Estados independientes hasta la segunda mitad del siglo XIX lo que dificultó, en esta primera etapa, el proceso de industrialización. El primer despegue se produjo con la Unión Aduanera (Zollverein) de la mayor parte de los Estados alemanes que se inicia en 1834; ésta fomentó la expansión ferroviaria que impulsó la industria siderúrgica y de bienes de equipo. Pronto construyeron sus propias loco¬motoras, gracias también a la modernización y especialización de las Universidades. Así mismo, fue vital la existencia de importantes reservas de carbón y hierro en las regiones del Rhur, Sarre y Silesia; es en ellas donde comienza la inci¬piente concentración industrial.